04 octubre 2009

El coche mágico


Todavía me acuerdo de cuando me llevabas a pasear en ese viejo citroen blanco (al que no sé por qué extraña razón llamábamos patata). Recuerdo que me daba igual lo viejo y feo que fuera simplemente por que al volante ibas tú. Y recuerdo cuando los domingos nos llevabas a pasear al lado de la playa, tan despacio como siempre. Porque a tí nunca te gustó conducir, pero aún así, te gustaba llevarnos al fin del mundo.

Recuerdo que apenas me llegaban los pies al suelo y me quedaba embelesada con el tic-tic del intermitente. Siempre manteníamos la misma conversación:


- ¿Cómo funciona?


A lo que tú respondías:


- Yo sólo tengo que pensar dónde voy y él ya lo sabe. Se pone solo. Éste es un coche mágico.


Y me hacías una demostración. Y crecí pensando que los intermitentes se ponían solos. Ha sido una de las mejores mentiras que me han contado en la vida.

1 comentario:

  1. bueno nena por lo menos tu no creciste pensando que el perro del edificio de enfrente te hablaba, cosa rara q sólo hablara cuando staban mis padres delante...... la de tardes q me habré pasao hablandole al perro ese... pobrecillo

    p.d: muy bonita la entrada ;)

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