Hay veces en las que el corazón se pone blandito y tienes muchas ganas de llorar. Cuando todo lo que crees se desmorona, todo es desilusión, todo está torcido. Veces en las que piensas todo en frío. Y no hay nada para calentar el corazón. Y tú no apareces.
Entonces puedes encontrar un refugio, equivocado o no, en el que poder acomodarte un rato.
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