18 diciembre 2011


Nunca nos dimos un abrazo de despedida porque nunca nos quisimos despedir. Pensamos en reencontrarnos una y otra vez. Ignoramos que a la vuelta de la esquina se podían separar los caminos. Creímos que habrían, en su defecto, llamadas o cartas que guardar en un cajón hasta que el papel se tornase amarillento para que un día cualquiera de lluvia, años más tarde, me volvieras a contar tu historia.

Nunca nos dimos un abrazo de despedida porque nunca nos quisimos despedir. Porque nunca nos despedimos. Porque nunca nos quisimos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario