Escuchamos un infinito concierto en lo alto del tejado escalonado.
Se paró el tiempo.
En realidad lo paré yo
para que bailáramos abrazados eternamente,
al compás acelerado de nuestros pulsos.
Se paró el viento.
En realidad lo paré yo
para que no hubiese nada más entre tu aliento y el mío,
entre los aplausos que nos dedicaban.
Paró el concierto;
volvío el tiempo,
el viento
y la realidad.
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