23 marzo 2014

y todo lo que provocas en mi


Esta mañana he barrido el invierno, las migas de su recuerdo, las mañanas tristes, el frio de mis pies.
Me desperté en el sudor de saber que se me olvidó escribirte y me siento extraña por encontrarme queriendo ocupar todos los rincones de mí misma para no dejarte entrar en ninguno de ellos, para que no quepas en mí; y sin embargo, reconozco que en el fondo sí que quiero darte permiso, quiero que no me des tregua, quiero que estés aquí y ahora. Quiero leerte el final de la película. 

Esta tarde lloré todos los pecados capitales, todas las guerras, todos los insultos, los reproches. Llamaron para saber dónde estaba - salió a correr (mentí). Pero en el fondo no mentía: siempre estoy corriendo [y de mí misma, la primera]. Lloré porque también anhelé ese amor que anhelabas, vivir el sueño soñado. Me duché para frotarme las derrotas.

Esta noche me encontré pensando en ti, buscando a Orión y un maldito carro que me llevara hasta tu ombligo, tu cuello, tu hombro. Y el mordisco que te espera en la clavícula izquierda, el beso en el largo camino de tus pestañas, tus ojos leyéndo mi piel en la oscuridad, me recuerdan que estoy viva.

[En un largo postdata añadiré los miedos que me invaden]


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