Me llueve el alma y saco el desvencijado paraguas que un día guardé ilusionada. Pensé que llorar sería, a partir de entonces, cosa de dos: cosa de tú y yo.
No quiero levantarme. Necesito un abrazo entre tanto conocido. Necesito apagar la luz y escucharte respirar. Escucharte decirme que todo irá bien.
Volver a ser ave de paso, corazón de alquiler, pasillo de aeropuerto.
Pensé que habías sacado destino final a mí, pero ya ves, no habías deshecho las maletas.
Yo no elegí esta vida de mierda, pero te elegí a ti. Aunque tú hayas elegido irte sin mirar atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario