Que me da igual el día,
la hora,
el momento.
Que no pidas permiso para colarte en mi cama,
en mi cuello,
en mi ombligo.
Entra de puntillas y despiértame sin despertarme.
Me gusta saberte así, despacio,
sin tiempo,
sin prisas.
Sin embargo el reloj camina despiadado
y me persigue el miedo de no verte venir;
de verte marchar.
Qué extraño sentirte lejos y cerca:
posesivo y nada.
Qué
puñetera
locura
es
esta
Qué hago
colándome en la vida de alguien.
Ahí va mi ración de pánico:
destrozarte la vida,
entrar sin pedir permiso,
ser grosera y estúpida.
Volver a caer en el abismo de ver pasar el tiempo.
No ser yo,
ni tú ser tú.
Quedar suspendida en tus labios;
en tus latidos
cuando no ocupes mis sábanas.
No vivir,
no compartir el futuro
ni el presente.
Amar sin amarnos bien.
Ser unos putos suicidas bailando.
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